Hace ya once años que Florinda y
“El Ciego”, como así apodan todos cariñosamente a Bienvenido Mancebo, se
pusieron en marcha para conseguir un sueño: agua para sus comunidades. Cañada
de Piedra y La Altagracia son dos “campitos” de la parroquia La Sagrada Familia
en los que viven unas quinientas personas, y nunca habían tenido agua potable.
Las mujeres caminaban hasta dos kilómetros para llegar al pozo, teniendo que cruzar
una carretera estatal, con el peligro que ello conllevaba (y de hecho se
produjeron accidentes en múltiples ocasiones).
Cargaban bidones de 20 litros hasta sus casas, y administraban el agua
con mucho cuidado porque sabían bien que cuanto más rápido la gastaran más
pronto tendrían que volver a caminar bajo el sol, a por más.
Hoy se ha hecho realidad el sueño
de Florinda y Bienvenido. Tras años de visitas a instituciones y autoridades, presentar
cartas, organizar comisiones para dialogar con las autoridades, y decenas de
reuniones, obtuvieron respuesta: hace un par de años la Fundación para el
Desarrollo de la Diócesis de San Juan de la Maguana (FUNDASEP), junto a Manos
Unidas, Nuevos Caminos y la Parroquia La Sagrada Familia de Sabana Yegua identificaron
un proyecto integral en el que el agua era un componente esencial. El acueducto
de Cañada de Piedra-La Altagracia era la necesidad más acuciante.
Han sido 18 meses de trabajo de
brigadas voluntarias construyendo la protección de un pozo que ya existía,
abriendo zanjas bajo el sol, instalando tuberías y levantando un depósito con
una capacidad de 50,000 galones (casi 200m3). Dieciocho meses de
supervisión técnica por el personal de FUNDASEP y la Parroquia, y en definitiva
18 meses de “mucha lucha”, como dicen aquí.
Desde hoy todos los hogares de
estas dos comunidades rurales (un total de 123 familias) tienen una pileta y
grifo a domicilio. Saben el esfuerzo y el dinero que ha costado el acueducto y
han organizado un sistema para asegurar su buen funcionamiento, así como la
distribución del agua –que por ahora fluirá varias horas al día de manera
inter-diaria. Todos llenarán tinacos, cubos y contenedores para disponer de
este bien y no dejar que se desperdicie ni una gota. El agua cambiará sus vidas y las de las
futuras generaciones.
Hoy celebramos el éxito de este
proyecto con una gran fiesta: hubo cantos, bailes, dramatizaciones, alegría, y
la bendición de Dios, que quiere una vida digna para todos. Agradecemos a
Florinda, a “El Ciego” y todos los miembros de estas dos aldeas su esfuerzo y
dedicación, que han hecho posible que hoy el agua llegue a todas sus casas.
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