ESPACIO DE REFLEXIÓN
146 de 148 (A LA COLA DE LA EDUCACIÓN)
Esteve Redolad
Con cada curso escolar en la República Dominicana comienza un año
más de ilusiones, y también de retos, no sólo para los estudiantes
sino también para sus
maestros. Y se
reinicia también una vez más, el debate sobre la educación en el país.
Un dato
tristemente significativo nos sirve para contribuir a este debate. El pasado 29
de julio de 2015 en el periódico dominicano Hoy aparecía la noticia: el país se
encuentra en la posición 146 de 148 países en la calidad de educación primaria.
El artículo no precisa cuáles son los 148 países, pero imaginamos que no estamos hablando de América Latina (46
países), sino de los casi 200 países en el mundo, donde 148 serán los que ofrecen
datos estadísticos en referencia a este tema.
Que un país situado en la
zona alta del Índice de Desarrollo Humano, con una democracia saludable y con estabilidad social y política, esté a la
cola de esta estadística no deja de ser un dato trágico. Claro que el problema de la educación es siempre una
cuestión compleja y en ella hay que considerar muchos elementos, como las
infraestructuras y los planes educativos, entre otros. En este sentido, es una muy buena
noticia que desde la consecución, en 2013, del 4% del presupuesto para la
educación, se han venido construyendo un gran número de escuelas y se ha
mejorado los equipamientos, aumentando significativamente la jornada escolar de
gran parte de los estudiantes.
Pero aparte
del problema de infraestructura tendremos que mirar también la situación
del personal docente. Es un secreto a voces que uno de los principales problemas en la
educación es la falta de preparación
y motivación del profesorado.
Es imposible poner en un mismo saco a un colectivo de 65.000
personas (entre docentes
de primaria y secundaria) sin
cometer algún tipo de injusticia. Pero, de hecho, en
2011 las carreras educativas
sumaban el 42% de
todos los graduados universitarios del país en ese año. No es casualidad: ni
tampoco, y ahí radica el problema, un interés generalizado por enseñar a los más jóvenes. Lo cierto es que con el título de magisterio es relativamente fácil conseguir un trabajo bien remunerado y asegurado
prácticamente de por vida, puesto que los maestros pasan a ser funcionarios del
sector público del país y cuentan con el apoyo del sindicato ADP (Asociación Dominicana de Profesores), una de las organizaciones sociales más potentes
e influyentes en el país.
La docencia
es una profesión exigente y de un carácter netamente vocacional.
Cuando se burocratiza y se convierte en una bolsa de trabajo de fácil acceso, donde los nombramientos (es
decir, conseguir plaza fija) se usan a menudo para,
y mediante, favoritismos
políticos, el resultado es de dramáticas consecuencias: falta de motivación y preparación pedagógica,
falta de seguimiento de estudiantes y sus familias, apatía, o estrés, entre el profesorado, altos índices de absentismo escolar y claro está, bajo rendimiento académico.
La solución a
este círculo funesto de la educación (un bajo nivel profesional de los maestros produce un bajo nivel académico de los alumnos), pasa por
aumentar el nivel de exigencia de los centros universitarios, demandar un buen nivel académico y profesional al personal docente, mejorar los incentivos y reconocer el
rendimiento profesional, consolidar los procesos evaluativos del personal y de los centros, y sobre
todo desvincular la docencia de injerencia políticas, creando órganos
independientes que auditen en el
sistema educativo, tanto en
lo administrativo como en lo académico y pedagógico. Son cambios quizás utópicos y quiméricos, pero saber
que estamos a la cola en la educación básica y no
empezar a plantearse cambios profundos en el sistema educativo se nos antoja
una irresponsabilidad.
Nos unimos a
las palabras del ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Juan Temístocles Montás, al
afirmar que si en República Dominicana no se propicia “un profundo cambio en el
sistema educativo, no es verdad que vamos a estar preparados para competir con
naciones que están dedicando esfuerzos, recursos y tiempo a investigación,
desarrollo e innovación”.
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