martes, 12 de febrero de 2013


ESPACIO DE REFLEXIÓN

Cuaresma 2013

Sobre el tiempo de Cuaresma pueden decirse muchísimas cosas. Recordemos aquí una muy básica, muy fundamental, pero importante: que este tiempo es, y debería ser siempre, por encima de cualquier otra cosa, un camino hacia la libertad.

La Cuaresma es el esfuerzo del cristiano por revivir la experiencia de Jesús en el desierto. Una experiencia de la que nos da noticia por primera vez Marcos, quien habla de la estadía de Jesús en el desierto durante cuarenta días (resumen simbólico de toda su vida) en obvia referencia a los cuarenta años que el pueblo de Israel también pasó en el desierto. Si fue para ellos un camino de liberación, también lo fue para Jesús. Lo que Marcos quiere subrayar mediante su escueta narración (en el desierto Jesús fue tentado, y allí “lo rodeaban las fieras y los ángeles lo servían”, en Mc 1, 12-13) es, en efecto, que la vida entera de Jesús fue también un camino de liberación. Se liberó de todo lo que quería alejarlo de vivir el amor sin egoísmos (las tentaciones), y en el proceso halló enemigos (simbolizados por las fieras), y amigos (pues contó con el servicio, la ayuda y sobre todo la compañía de muchos hombres y mujeres, simbolizados por los ángeles).

Una Cuaresma que no estuviera enfocada hacia nuestra progresiva liberación de todo aquello que nos impide ser realmente nosotros mismos traicionaría el carácter más básico de esta experiencia. Por lo tanto, la pregunta cuaresmal por excelencia es, sencillamente: ¿Qué me ata, qué me encadena? ¿Qué miedos, o complejos, o situaciones reales de necesidad me impiden todavía vivir en plenitud, en completa libertad? ¿Qué puedo hacer hoy, este año, para superar esos obstáculos que me impiden, libremente, estar al servicio de los demás?
                                                                                                                     Martí Colom

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