ESPACIO DE REFLEXIÓN
Cuaresma
2013
Sobre el tiempo
de Cuaresma pueden decirse muchísimas cosas. Recordemos aquí una muy básica, muy
fundamental, pero importante: que este tiempo es, y debería ser siempre, por
encima de cualquier otra cosa, un camino hacia la libertad.
La Cuaresma es
el esfuerzo del cristiano por revivir la experiencia de Jesús en el desierto.
Una experiencia de la que nos da noticia por primera vez Marcos, quien habla de
la estadía de Jesús en el desierto durante cuarenta días (resumen simbólico de
toda su vida) en obvia referencia a los cuarenta años que el pueblo de Israel
también pasó en el desierto. Si fue para ellos un camino de liberación, también
lo fue para Jesús. Lo que Marcos quiere subrayar mediante su escueta narración
(en el desierto Jesús fue tentado, y allí “lo rodeaban las fieras y los ángeles
lo servían”, en Mc 1, 12-13) es, en efecto, que la vida entera de Jesús fue
también un camino de liberación. Se liberó de todo lo que quería alejarlo de
vivir el amor sin egoísmos (las tentaciones), y en el proceso halló enemigos
(simbolizados por las fieras), y amigos (pues contó con el servicio, la ayuda y
sobre todo la compañía de muchos hombres y mujeres, simbolizados por los
ángeles).
Una Cuaresma
que no estuviera enfocada hacia nuestra progresiva liberación de todo aquello
que nos impide ser realmente nosotros mismos traicionaría el carácter más básico
de esta experiencia. Por lo tanto, la pregunta cuaresmal por excelencia es,
sencillamente: ¿Qué me ata, qué me encadena? ¿Qué miedos, o complejos, o
situaciones reales de necesidad me impiden todavía vivir en plenitud, en
completa libertad? ¿Qué puedo hacer hoy, este año, para superar esos obstáculos
que me impiden, libremente, estar al servicio de los
demás?
Martí Colom
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