ESPACIO DE REFLEXIÓN
DRAMAS DE RAÍCES HONDAS REQUIEREN SOLUCIONES
A LARGO PLAZO
Martí Colom
Cuando estallan conflictos, ya sea a gran
escala, entre grupos sociales, étnicos o religiosos o entre individuos en una
relación interpersonal, es lógico que se quieran buscar soluciones rápidas que
atajen sin demora la violencia y reestablezcan la paz. El problema es que tales
soluciones, que a menudo ni siquiera existirán, cuando se puedan implementar
serán provisionales, parciales y deficientes: porque los conflictos suelen
tener raíces muy hondas, y requieren por lo tanto remedios a muy largo plazo.
La perspectiva histórica nos ayuda a ver eso:
que para comprender un brote de violencia casi siempre hay que hurgar en un
pasado a veces muy remoto, y reconstruir años, décadas o incluso siglos de
tensiones acumuladas, cocinadas a fuego lento, para ver exactamente lo que
alimenta el conflicto presente. Las personas solo somos plenamente
comprensibles desde la observación de muy largos recorridos individuales y
grupales. Es por eso que no hay soluciones fáciles e inmediatas para la
violencia, y que el trabajo de construir una paz sólida es lento y requiere mucha
paciencia.
Nuestras
pequeñas decisiones de hoy, que nos parecen intrascendentes, que en el momento
de tomarlas no dan la impresión de ser nimias, están apuntando al futuro, ya
sea para bien o para mal, y un día alguien podrá reconocer en ellas semillas de
violencia o de pacificación, de rompimiento o de unidad, de división o
harmonía. Y en efecto, como apuntábamos, eso vale tanto para conflictos
sociales a gran escala como para el mundo más doméstico de las relaciones
interpersonales. La discordia suele venir de muy lejos y forjarse durante
larguísimos periodos de gestación: la concordia que la corrija tendrá que
seguir un itinerario igualmente laborioso.
Esta
certidumbre debería animarnos a querer identificar las pequeñas chispas de
tensión que ocurren a nuestro alrededor en el presente, para enfrentarlas y
resolverlas cuando todavía son insignificantes. Ignorarlas equivale a fomentar
choques en el futuro. Hoy, un sencillo gesto a favor de la unidad y el
entendimiento puede estar evitando el estallido, mañana, de graves conflictos.
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