ESPACIO DE REFLEXIÓN
LA CIZAÑA
Martí Colom
La
parábola evangélica del campo en el que crecen juntos trigo y cizaña (Mt
13,24-30) es muy sutil. Es, en primer lugar, una parábola pacifista: viene a
decir que las soluciones violentas (la de los sirvientes que quisieran ir
rápidamente a arrancar la cizaña) nunca son verdaderas soluciones y crean
mayores males, destruyendo lo bueno e inocente junto con el mal. También indica
la parábola algo importante sobre el enemigo, el adversario que sembró la
cizaña: y es que éste no tiene campo propio. El mal, en efecto, no tiene su proyecto, su único proyecto es
destruir la obra de Dios.
Pero
hay otro nivel de interpretación, que es fijarnos en lo que significa que la
cizaña se parezca al trigo mientras crece: sólo cuando ambos se han
desarrollado se puede distinguir bien una del otro, pero para entonces ya las
raíces están tan entrelazadas que ya no se puede arrancar la mala hierba sin a
la vez arrancar el trigo.
Es
interesante que el lenguaje y la sabiduría popular hayan comprendido que esta
parábola describe la división que alguien crea en un grupo, en un colectivo, el
famoso «sembrar cizaña»: porque a menudo la división se crea contando falsedades
que parecen verdades. La calumnia
nunca consiste en propagar algo tan grotesco que, por serlo, carezca de toda
credibilidad. Al contrario, la calumnia que «funciona», logra su objetivo y
acaba produciendo desintegración, siempre
es una media verdad, o dicho de manera más precisa, es un juicio que
empieza contando algo verdadero para luego añadir un último dato, plausible,
pero ya falso, que es el que más daño hace. El calumniador, el que siembra
cizaña, es muy consciente de que para que su crítica tenga valor debe tener la
apariencia de verdad: trigo y cizaña se parecen. Sólo con el tiempo se descubre
la naturaleza de cada uno.
Es
bueno recordar, por lo tanto, que cuando comunicamos nuestro parecer sobre los
demás siempre deberíamos ser muy cuidadosos y remitirnos solamente a lo que es
objetivo y comprobable: añadir nuestras suposiciones, que quizá son plausibles
pero que hemos imaginado nosotros, ya sería, nos demos cuenta o no, sembrar
cizaña.
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