El Papa Francisco ha instituido el 1
de septiembre como Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. Se
une así a la Iglesia Ortodoxa en oración por el futuro de la naturaleza y todo
lo que en ella habita. En línea con su última Encíclica Laudato Si´, sobre el cuidado de la casa común, el Papa nos invita
a sumarnos de manera consciente y activa a la protección de la madre tierra. Con
la Encíclica se adhiere a la preocupación de grupos ecologistas, investigadores
y diversos colectivos por nuestro medio ambiente, tan degradado y amenazado.
Es un buen momento para revisar nuestras convicciones y nuestro actuar frente a esta degradación. ¿Somos conscientes de las prácticas y políticas nocivas para el medio ambiente? ¿Podemos activar nuestro compromiso para transformar de algún modo esta situación? ¿Podemos cambiar rutinas personales? Reducir el consumo de agua o el consumo de energía, usar transporte público o compartir medios privados de transporte, aprovechar los alimentos, reciclar... En el fondo todos sabemos que algunos de nuestros hábitos pueden cambiar para ser más coherentes con el deseo de un medio ambiente sostenible.
Sabemos que en algunos países no existen todavía políticas educativas y legislaciones enérgicas que salvaguarden el medio ambiente, dificultándose algunas de las acciones como la recogida y reciclaje de residuos, o la protección del silencio y el descanso evitando la contaminación acústica. A pesar de eso, se nos invita a todos a mirar nuestro entorno y nuestros hábitos, y pensar qué rutina podemos modificar o qué acción podemos emprender para contribuir a mejorar nuestro pueblo o ciudad. El mundo cambia cuando cambiamos nosotros. Llevemos esta simple reflexión a la jornada de oración para que fructifique en todos nosotros el deseo de tener una mejor casa común.
Es un buen momento para revisar nuestras convicciones y nuestro actuar frente a esta degradación. ¿Somos conscientes de las prácticas y políticas nocivas para el medio ambiente? ¿Podemos activar nuestro compromiso para transformar de algún modo esta situación? ¿Podemos cambiar rutinas personales? Reducir el consumo de agua o el consumo de energía, usar transporte público o compartir medios privados de transporte, aprovechar los alimentos, reciclar... En el fondo todos sabemos que algunos de nuestros hábitos pueden cambiar para ser más coherentes con el deseo de un medio ambiente sostenible.
Sabemos que en algunos países no existen todavía políticas educativas y legislaciones enérgicas que salvaguarden el medio ambiente, dificultándose algunas de las acciones como la recogida y reciclaje de residuos, o la protección del silencio y el descanso evitando la contaminación acústica. A pesar de eso, se nos invita a todos a mirar nuestro entorno y nuestros hábitos, y pensar qué rutina podemos modificar o qué acción podemos emprender para contribuir a mejorar nuestro pueblo o ciudad. El mundo cambia cuando cambiamos nosotros. Llevemos esta simple reflexión a la jornada de oración para que fructifique en todos nosotros el deseo de tener una mejor casa común.
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