ESPACIO DE REFLEXIÓN
“Venid y lo
veréis”
La invitación de Jesús a los que, intrigados, le
preguntan dónde vive, “venid y lo veréis” (Jn 1,38-39), indica en primer lugar
que el Evangelio no se puede explicar como si fuera una teoría: hay que
experimentarlo, hay que verlo. Ahora
bien, esta invitación tiene otro aspecto que merece ser meditado: si le decimos
a alguien que venga para ver, que
venga y vea, debemos tener algo que
mostrar. No sea que quien se decida a venir llegue y encuentre una casa
desangelada, una comunidad sin alegría, un envoltorio sin nada dentro, una
Iglesia sin espíritu.
Los cristianos no podemos quejarnos de que
nuestras iglesias están vacías sin hacernos a la vez una pregunta auto-crítica:
aquellos que de vez en cuando deciden asomarse a nuestras comunidades, aquellos
que, en una palabra, “vienen”… ¿“ven” entonces algo atractivo, algo que les
interpele?
No tenemos mucho derecho a lamentar la
indiferencia de muchos hacia la fe si cuando se animan a visitarnos no
descubren en nosotros nada que les hable al corazón. De nuevo: si invitamos a
alguien a venir y a ver, debemos
tener algo que mostrar.
Martí Colom
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