jueves, 30 de abril de 2015

¡SOMOS ACTORES!

«Quien mueve el cuerpo mueve el corazón, quien mueve el corazón, mueve las emociones; quien es capaz de emocionarse y quien es capaz de emocionar ha encontrado la llave del misterio-milagro de la educación» (Carlos Pons, maestro y actor).

Partiendo de estas bonitas palabras de Carlos Pons, las educadoras del Centro Comunitario de Desarrollo Infantil San José, Ajusco (México) trabajaron con los niños una actividad dramática y teatral durante el primer trimestre del año, representando situaciones vividas por ellos, como por ejemplo un conflicto en el patio o en clase.

El objetivo era ayudar a los niños a conocer sus sentimientos y ponerles nombre. Así, poco a poco los pequeños aprenden a relacionarse con ellos mismos y con el mundo externo de una forma más satisfactoria y solidaria.

Al representar un papel, se producen cambios en las actitudes y conductas de los niños, favoreciendo una mayor comprensión hacia las personas que les rodean. De esta manera se les va enseñando el camino para superar obstáculos y ser más felices en la vida.

Algunos de ellos ya gritan: «¡SOMOS ACTORES!»

 

jueves, 23 de abril de 2015

ORDENACIÓN DIACONAL DE MICHAEL WOLFE EN MILWAUKEE (EE.UU.)

El sábado 18 de abril el arzobispo Jerome Listecki ordenó diácono transitorio a  Michael Wolfe, miembro de la Comunidad de San Pablo. En la misma celebración fueron ordenados también dos compañeros suyos de la Archidiócesis de Milwaukee y dos miembros de los franciscanos conventuales. Miembros y amigos de la CSP, así como la familia de Mike, estuvieron presentes para darle su apoyo y celebrar con él este importante momento. Ahora le queda, en su camino hacia el sacerdocio, un año más de estudios teológicos, y a la vez continua colaborando con la Parroquia St. Paul the Apostle de Racine (Wisconsin) como parte de su formación pastoral.


¡Muchas felicidades a Michael y a sus compañeros de ordenación!


lunes, 13 de abril de 2015

ESPACIO DE REFLEXIÓN

«HAY MÁS DICHA EN DAR QUE EN RECIBIR»: UNA VENTANA A NUESTRA INTERIORIDAD

Martí Colom

Sería interesante pararnos a meditar un poco sobre la profundidad de la frase «hay más dicha en dar que en recibir», que Pablo pone en boca de Jesús en Hechos 20,35. Siempre me ha parecido sugerente notar que no es un texto de naturaleza moral sino puramente descriptiva: es decir, siguiendo el mejor estilo de los evangelios, que a menudo rehúyen el mandato ético explícito a favor de la consideración prudente de aquello que conviene a la persona, esta frase tampoco es un “mandamiento de la generosidad” (algo así como «tienes que compartir tus bienes con tu hermano para ser una persona recta y agradar a Dios», por ejemplo) sino la constatación realista, fruto de la observación, de que la generosidad produce alegría.

domingo, 5 de abril de 2015

ESPACIO DE REFLEXIÓN

PASCUA 2015. LAS MUJERES, LA ROCA, EL CAMINO
(Y UN FRASCO CON AROMAS)

Martí Colom

Camino del sepulcro, alumbradas por las primeras luces del alba del domingo, las tres mujeres se preguntaban quién haría rodar la enorme piedra que hacía de puerta a la tumba.

Y sin embargo, seguían andando.

Llevaban un frasco con aromas para embalsamar el cuerpo de Jesús. Sabían que entre ellas y el difunto se levantaba una roca monumental.

Pero caminaban.

Hubiesen podido quedarse en la ciudad, afligidas, resignadas, diciéndose sensatamente: «Sería hermoso ungir su cuerpo, pero es inútil que vayamos: una piedra tremenda obstruye el paso y nos impide llegar a él. Quedémonos aquí, lloremos». No lo hicieron: clareó la aurora y salieron de la ciudad, camino al sepulcro. A pesar de la piedra.

No eran ni más listas ni más espiritualmente perspicaces que el resto de los discípulos. Todos habían escuchado de labios de Jesús los anuncios de su resurrección, pero ellas cargaban fragancias destinadas a un muerto. Más listas no, ni más santas: quizá le amaban un poco más. Y quizá por eso andaban. Empujadas por un instinto inarticulado, mezcla de cariño, de esperanza y de duda.

«¿Qué haremos con la roca?»

Trepaban por el sendero polvoriento sabiendo que iban hacia una losa descomunal que no podrían mover, pero andaban.

Quizá es lo único que podían hacer. Quietas en la ciudad se hubiesen muerto de pena. Tenían más dudas que certezas, pero de algún modo entendieron que siempre es mejor caminar entre dudas que optar de antemano por no dar el primer paso. La roca no les mató el deseo.

Y porque fueron al sepulcro, vacilantes, a buscar a un muerto, pudieron ver la piedra corrida: y fueron las primeras en oír, de labios de aquel hombre joven, que el maestro vivía y vive. La Pascua de Jesús brotó en su corazón.

Apuesto que cuando se fueron, enamoradas de la vida, dejaron olvidado en el polvo el frasco de aromas. Quizá quedó medio enterrado, inútil y absurdo, al pie de la inmensa roca.