jueves, 7 de mayo de 2015

ESPACIO DE REFLEXIÓN

LA CIZAÑA

Martí Colom

La parábola evangélica del campo en el que crecen juntos trigo y cizaña (Mt 13,24-30) es muy sutil. Es, en primer lugar, una parábola pacifista: viene a decir que las soluciones violentas (la de los sirvientes que quisieran ir rápidamente a arrancar la cizaña) nunca son verdaderas soluciones y crean mayores males, destruyendo lo bueno e inocente junto con el mal. También indica la parábola algo importante sobre el enemigo, el adversario que sembró la cizaña: y es que éste no tiene campo propio. El mal, en efecto, no tiene su proyecto, su único proyecto es destruir la obra de Dios.
Pero hay otro nivel de interpretación, que es fijarnos en lo que significa que la cizaña se parezca al trigo mientras crece: sólo cuando ambos se han desarrollado se puede distinguir bien una del otro, pero para entonces ya las raíces están tan entrelazadas que ya no se puede arrancar la mala hierba sin a la vez arrancar el trigo.

Es interesante que el lenguaje y la sabiduría popular hayan comprendido que esta parábola describe la división que alguien crea en un grupo, en un colectivo, el famoso «sembrar cizaña»: porque a menudo la división se crea contando falsedades que parecen verdades. La calumnia nunca consiste en propagar algo tan grotesco que, por serlo, carezca de toda credibilidad. Al contrario, la calumnia que «funciona», logra su objetivo y acaba produciendo desintegración, siempre es una media verdad, o dicho de manera más precisa, es un juicio que empieza contando algo verdadero para luego añadir un último dato, plausible, pero ya falso, que es el que más daño hace. El calumniador, el que siembra cizaña, es muy consciente de que para que su crítica tenga valor debe tener la apariencia de verdad: trigo y cizaña se parecen. Sólo con el tiempo se descubre la naturaleza de cada uno.


Es bueno recordar, por lo tanto, que cuando comunicamos nuestro parecer sobre los demás siempre deberíamos ser muy cuidadosos y remitirnos solamente a lo que es objetivo y comprobable: añadir nuestras suposiciones, que quizá son plausibles pero que hemos imaginado nosotros, ya sería, nos demos cuenta o no, sembrar cizaña.

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